Os juro que lo he meditado.
Mucho.
Muchísimo.
Pero he de reconocer que he cambiado.
No soy la misma Merce de hace un año… ni la de hace cinco. No tengo la misma paciencia ni la misma percepción de todo lo que me rodea. Antes esa percepción me hacía sonreír, ahora… me hace girar la cabeza, con pena, con melancolía. Con cierta rabia por lo que es, y por lo que fue.
Quizá sea eso.
Añoro tiempos que no volverán. Echo de menos esa época en la que me hacía ilusión navegar por este mundillo con gente que consideraba mi igual, con la misma ilusión, con las mismas ganas.
Ahora siento que no encajo.
Que lo que hago no vale.
Que lo que siento no importa.
Que lo que veo no me gusta.
Y me da muchísima rabia tener que hacer caso a mi voz interior, esa que me dice: vete, sal de aquí; si te duele, cierra capítulo de una puta vez.
Me rebelo contra ella, por supuesto. Me rebelo porque quiero seguir. De verdad que quiero. Y al mismo tiempo… Qué ganas de hacerle caso.
De dejarme llevar por la tentación.
De empezar de cero en otro sitio. Lejos. Muy lejos de este mundo que te absorbe y que te enseña que, si no estás, desapareces.
Estoy tan cansada. Tan agotada de esta sensación de ir contra marea constantemente. Tan harta…
Hay veces que siento que no merece la pena; las noches durmiendo poco, las horas sacrificadas sin pasar tiempo con mi familia, las vueltas que le doy a los textos para que queden lo mejor posible, los dolores de cabeza, el síndrome del impostor, las contracturas en la espalda... inclinan la balanza hacia un lado que me inquieta y me tienta en la misma medida.
No es la primera vez que lo pienso; empiezan a faltarme dedos en las manos para llevar la cuenta. Colgar el cartel de cerrado por vacaciones permanentes, eliminar la app del móvil, olvidarme de todos estos años perdidos... No. No son perdidos, son aprendidos.
Y luego lo pienso mejor; me echo atrás y me digo aquello de: "¡pero dónde vas, si en el fondo esto te encanta!".
¡Y me encanta! Lo prometo. ¿O me encantaba?
Ahora..., ahora me agota. Me satura. Me tensa. Me crea un estado de ansiedad que me cuesta soportar. Porque no soy la misma Merce.
No lo soy. No puedo estar como antes. Y si no puedo, y en consecuencia desaparezco…, ¿para qué seguir?
Y no sé si en algún momento conseguiré recuperar a esa autora que empezó con toda la ilusión del mundo. No tengo ni idea.
De momento, tengo claro lo que sí voy a hacer: voy a centrarme en buscar la paz mental que necesito.
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