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  • Foto del escritorDulce Merce

Un café con Dulce y Martin Mc Coy



No me miréis así. Sé que llegamos antes de tiempo, pero llevaba demasiado tiempo sin tomarme un café y me ha podido el ansia. Tampoco vale que os riáis…

Miro la hora. Ya queda poco para las seis y estoy nerviosilla, no os voy a engañar. Llevo queriendo tomarme este café desde el verano pasado, desde que en verano leí Seb Damon 3 14.


Escucho los cuchicheos antes de verle entrar en la terraza; me río mientras niego, solo se le ocurre a él venir con la capucha puesta con el calor que hace hoy en Madrid.

Me ve y levanta el brazo para saludarme. Uno de los camareros, se le queda mirando con el ceño fruncido; supongo que todavía está pensando si es una broma o viene a desplumar a todos los pijos que nos rodean.

Me levanto para abrazarle. Llevo mucho tiempo sin verle y la última vez que lo hicimos ni era el momento adecuado ni nos supo a mucho, la verdad.

—¡Como me alegro de que hayas podido venir a tomarte este café conmigo, Martin! —le digo mientras nos sentamos.

—No podía faltar, gracias por invitarme. —Se quita la capucha y nos deja verle. Sabemos que es alto, pero no vamos a decir nada más. Porque él quiere mantener ese medio anonimato (que ya hay fotillos de él sin capucha) y nosotros lo vamos a respetar—. Pero, ¿por qué has escogido este sitio?

—¿La azotea del Círculo? Pues por dos razones. La primera, porque en la terraza de abajo, la que está a pie de calle, empecé con mis cafés cuando se me ocurrió entrevistar a Sebas. Y la segunda… todavía es pronto para decírtelo.



Levanta las manos dando por válidas mis respuestas y el camarero se acerca, ya sin el ceño fruncido, para tomar nota. Pedimos dos cafés con leche y esperamos a que se vaya para empezar.

—Ya sabes que cada vez que quedo con algún compañero autor lo primero que hago es hacer las preguntas y así luego podemos charlar de nuestras cosas. ¿Te parece bien? ¿Estás preparado?

—Por supuesto.

—¡Vamos allá! —doy una palmada y me froto la mano mientras os miro antes de centrarme en las preguntas—. Tú no eres Martin, tú eres… Tú, eres tú. Dime, ¿cómo nace Martin McCoy? ¿Quién es?

—Buah. A ver… En realidad surge como una necesidad de mantener el anonimato como escritor. No es que pensase en un personaje ni nada por el estilo, tan solo otro nombre para mí. Luego, sin saber muy bien cómo, empezó a cambiar. Supongo que interactuar con la gente va forjando esa famosa “máscara” que todos tenemos en las redes. A McCoy le hizo ser como soy ahora. —Afirmo, sabiendo a lo que se refiere y espero a que continúe su explicación—. Sobre quién es, eso ya es más sencillo. Un escritor que lleva un año metido en este mundillo de la autopublicación. Desde julio de 2018 para ser exactos. En este año me ha dado tiempo a escribir una segunda entrega de Seb Damon, organizar el libro benéfico Fuera de Tiesto, estar organizando una versión infantil llamada Fuera de Tiestillo y haber escrito una novela romántica policiaca a cuatro manos con Sara Halley. Otra cosa, no, pero estoy en todos los fregados. Jajajajaja.

—Ay, Martin. Tú estás en todos los fregaos… ¡Pero es que mucha gente te quiere en todos los fregaos! —Se encoge de hombros, nos reímos—. Entonces, contando con todo lo que nos has dicho, ¿cuántos proyectos tienes entre manos?

—Demasiados, Merce, la verdad. Por un lado, estoy en la fase de revisión de Double Trouble, una novela romántica policiaca que he escrito a cuatro manos con Sara Halley como ya he dicho antes. Odio revisar. ¿Lo había dicho? Pues lo odio. Mucho. Esta novela estará disponible en julio, aunque aún no podemos concretar fecha, pero nos presentaremos al Premio Literario Amazon. Me hace mucha ilusión este proyecto porque he escrito cosas que, cuando me leo, no reconozco como mías. Es una faceta de McCoy que jamás habría imaginado que existiera. Espero no recibir muchas coñas por ello.

—No creo Martin, la gente te admira y te respeta. —Me pone cara de circunstancias; los dos sabemos que hay mucho envidiosillo suelto por estos mundillos independientes.

—Luego está Fuera de Tiestillo —continúa—. Es un libro benéfico a favor de la Asociación Nacional del Síndrome de Treacher-Collins. En esta ocasión, vamos a sacar libros de cuentos para niños. Todo viene de un vídeo que nos hicieron llegar. En aquel vídeo, uno de los niños de la asociación nos pedía un libro que él se pudiera leer mientras sostenía en sus manos un ejemplar de Fuera de Tiesto. Nos ganó a todos y nos pusimos a ello. Viendo la calidad de los cuentos y las ilustraciones, creo que va a ser precioso cuando lo tengamos.

—Y aquí te digo… ¡Me muero de ganas de que vea la luz!

—¡Y yo!

Ambos miramos la mesa y vemos los cafés encima.

—¿Cuando narices nos han traído esto?

—¡Yo que sé! He perdido la noción del tiempo —contesto mientras os miro esperando que vosotros tengáis la respuesta. Pero tampoco tenéis idea.

—Bueno… —sigue diciendo Martin después de su primer sorbo de café—. Tengo también una novela de fantasía de la que hay escritas alrededor de veinte mil palabras, pero que tengo que reescribir en su mayoría. Ahora me parece un estilo muy zafio e infantil. Voy retrasándola siempre, pero le llegará el día muy pronto. Y por último, estoy dándole forma en mi cabeza a la tercera entrega de Seb Damon. Tengo ya muchas cosas pensadas, pero me gusta tenerlo todo bastante claro antes de ponerme a escribir. Va a ser una historia mucho más oscura que las dos anteriores y quiero dotarla de una buena dosis de investigación policiaca. Como siempre, intentando hacer lo que todavía no he hecho.

—Que sepas que me has dejado muy loca con lo de la novela de fantasía. —Te ríes y los demás te acompañan—. Volviendo a lo nuestro… ¿Cómo surgió la idea de la ciudad en la luna? ¿Crees que si tuviésemos millones de euros… podríamos construir Ilarki?

—Surgió por vago, como ya he contado alguna vez. Mi idea era hacerlo en el Brooklyn de 2048. No me preguntes por qué, pero Brooklyn mola. Supongo que no a la gente de allí, claro. Sin embargo, eso requería horas de documentación, leer libros ambientados allí para entender cual es el “saborcillo” especial del barrio… Total, que me moría de ganas de empezar a escribir y pensé que inventarse la ciudad era más sencillo. Los cojones. Tuve que pasar horas documentándome sobre posibles hábitats en la Luna, ventajas y desventajas de cada uno de ellos… Eso por no hablar de que estuve volviendo locos a dos doctorados en física para ver cómo demonios se podía generar gravedad allí.

—Es que te estoy imaginando, jajaja. No me gustaría estar en el pellejo de esos pobres doctorados.

—Sobre construirla, supongo que sería factible. Otro cantar es conseguir la energía necesaria para hacerla rotar a la velocidad suficiente para generar gravedad. Eso todavía no existe así que me temo que Ilarki es, a día de hoy, inviable.

—Cambiando de tema, algo que me muero de ganas de saber después de haber leído las dos historias… ¿Tienes a una Lucy en tu vida real?

—Jajajajaja. Tengo perro, sí. Muchas de las cosas que cuento sobre Lucy vienen de mis propias experiencias con mi perro. No se parece casi nada a Lucy, pero gracias a él he tratado con más perros y he oído las historias de ellos de la boca de sus dueños. Esas historias unidas a las de mi perro han conformado a Lucy y su peculiar personalidad.

—La adoro, en serio. ¿Cuánto de Martin hay en Seb? Es más… ¿Martin es Seb?



—Seb es un personaje inventado, pero Martin tampoco es real. Los dos tienen un humor bastante negro. Creo que ese el punto en común de los dos. El resto, casi se podría decir que son opuestos en muchas cosas. Seb tiene una escala de valores muy… muy… “especial”. Hay cosas que pasa por alto y a mí me escandalizan. Otras no las soporta y a mí me dan igual. De hecho, Seb va evolucionando en cada libro, pero no evoluciona para convertirse en Martin. Tengo la sensación de que he creado un monstruo con vida propia que va tomando el camino que prefiere.

—Después de haber leído a tanta gente su primera experiencia en la autopublicación, los nervios, las ganas… ¿Cómo te sentiste tú cuando subiste 3 14 a KDP? ¿Sentiste lo mismo con libertad virtual?

—Es raro. No sentí eso que cuentan otros compañeros. Nada de nervios o ilusión. Yo estaba centrado en no cagarla. No paraba de preguntarle a mi madrina si había hecho tal o cual bien. Al final, fue todo como la seda. Con Libertad virtual iba sobre seguro. Siempre tienes el miedo de haber hecho algún paso mal, pero estaba mucho más relajado.

—Has contado con una madrina de excepción y eso se nota. —Bebo un sorbo de café y miro al horizonte; el cielo está superazul a pesar de la boina de contaminación que llevamos a cuestas por la falta de lluvias—. Martín, ¿nos hablas de fuera de tiesto en mayor profundidad?

—Como ya se ha podido entrever por las respuestas anteriores, Fuera de tiesto es un grupo de autores. Una comunidad. Bah, qué demonios… somos casi una familia. Surgió de una iniciativa para escribir relatos cortos fuera de nuestros géneros habituales. Hice un llamamiento y acudieron en masa docenas de indies. Poco después, salió el libro Fuera de tiesto, con cuarenta y ocho relatos maravillosos que jamás habría escrito. ¿Qué hace el bruto de McCoy escribiendo chick-lit? ¿Qué hace la romanticona de Dulce Merce escribiendo Cyberpunk? —me río y asiento; me encantó formar parte de semejante locura—. Pero salió bien. Salió muy bien y ha tenido una maravillosa acogida. Ver para creer. Todos los beneficios van destinados a la Asociación Nacional del Síndrome de Treacher–Collins. Todo es para esos chavales y sus familias. Ahora estamos trabajando en una versión infantil, que es sacarnos de tiesto a casi todos.

—Además de verdad. Escribir para niños… ¡son palabras mayores! Ahora, un par de preguntas rápidas.

—Venga, dale —me dices apurando tu café.

—Género literario favorito.

—La fantasía heróica. Siempre ha sido mi género favorito como lector y he empezado un buen montón de novelas en ese género, pero jamás las he terminado.

—¿Y quién es tu autor de referencia en este mundo literario? No solo del mundillo indie, aquí entran todos los autores del mundo mundial. Clásicos y no tan clásicos.

—Adoro a Terry Pratchett. Sus novelas siempre me han vuelto loco, pero es que incluso leer una charla suya es una maravilla. Tiene un humor deliciosamente oscuro que siempre me ha cautivado. Entre los indies, prefiero no nombrar a nadie para que no se enfade el resto. Entiendeme.

—Te entiendo perfectamente. Tranquilo… y hablando de los indies, ¿qué es lo mejor que te ha pasado en este mundillo facebookiano? ¿Y lo peor?

—Lo mejor es la gente que he conocido. Esa especie de piña indie que me he encontrado es maravillosa. Todo el mundo está dispuesto a echar un cable. Da igual que preguntes sobre herencias en Estados Unidos o sobre cómo se dice algo en italiano. Siempre hay compañeros y lectores que te echan un cable. Así hace menos frío, ¿verdad?

—Y tanto, yo cuando empecé no conocía a casi nadie. Me sentía muy sola, la verdad.

—Y luego están los lectores. Poder estar en contacto con ellos, que te comenten lo que les parece tal o cual aspecto de tus libros, que te den feedback y apoyen… Es maravilloso, la verdad. Te hace sentirte en una nube todo el santo día. —Sonrío porque además acabo de recordar que ha alcanzado las cien reseñas con su primogénito y lo hemos celebrado por todo lo alto—. Lo peor es esa gente desagradable que busca destacar haciendo daño a los demás. No son muchos, pero hacen tanto ruido que parecen legión. Por suerte, he aprendido a ignorarlos y apartarlos a la primera para que no te estropeen la maravillosa experiencia que significa ser un autor autopublicado en el mundo de las redes sociales.

—Y sobre todo en las vísperas del PLA, que parece que salen debajo de las piedras. ¿Nos hablas de tu experiencia en el concurso indie?

—Solo he participado el año pasado, así que tengo una experiencia muy corta. De hecho, lo primero que hice en este mundillo fue presentar mi primer libro al concurso. Había oído muchas cosas sobre él, un montón de problemas que habían surgido otros años con cruce de acusaciones, lectores de un escritor poniendo malas reseñas a otro porque se habían picado, denuncias en el juzgado… Mil cosas horribles. Estaba cagado, lo reconozco.

—Buah, es que fue muy desagradable. Nos puso a muchos muy mal cuerpo, la verdad. Incluso a los que no participábamos.

—Y luego entré ahí y no vi nada de todo lo que me temía. Los indies me acogieron con mucho cariño. A veces creo que me veían como una especie de mascota. Hacía gracia. Mis publis creo que ayudaron en eso. Sea como fuere, vi un buen rollo y un compañerismo envidiable. Incluso pegué un bote de alegría cuando vi a Ager Aguirre entre los finalistas. Era “uno de los nuestros”. En lugar de sentir decepción por no ver mi nombre, me dio subidón por ver el suyo y sé que a muchos otros compañeros les pasó lo mismo. No fue hasta casi el final que aparecieron esos de los que he hablado en la pregunta anterior a intentar empantanar el asunto. Me cerré a ellos y pasaron de largo. Volvió el buen rollo y seguí disfrutando. Es una experiencia que hay que vivir sí o sí. Que el miedo no os acogote. La comunidad indie es maravillosa y el concurso indie es el mejor sitio para disfrutarlo. Por esto mismo voy a participar otra vez, aunque ahora voy acompañado. Asumo que un cambio de género tan radical como el que he pegado puede traerme problemas por el lado de la romántica y por el lado de aquellos que la odian, pero me da igual. Sé a ciencia cierta que la buena gente es mucho más numerosa y nos lo vamos a pasar como enanos.

—¡Nos lo vamos a pasar de puta madre, Martin!

—¡Sí! —gritáis vosotros haciéndonos reír.

—Y venga, va… ¿Autopublicado o editorial?

—Indie hasta la sepultura. No creo que ninguna editorial hubiera apostado por un libro como Seb Damon 3 14. Me habrían obligado a cambiar mil cosas que no estoy dispuesto a modificar. Tampoco habría podido meterme en Fuera de tiesto y mucho menos pegar un volantazo para escribir a cuatro manos una novela romántica policiaca. Ser indie te asegura poder ser el dueño de tu destino, elegir el camino que quieres recorrer y con quién quieres hacerlo.

—Totalmente de acuerdo contigo. Siempre podremos hacer lo que queramos y como queramos… ¿Sabes? Ya estamos terminando.

—¿Ya? Se me ha hecho corto.

—Pues mira la hora…

Todos lo hacemos y nos sorprendemos por la rápido que ha pasado el tiempo, pero es que se está tan agusto al fresquito, y charlando de nuestras cosas... Pongo cara de bruja y susurro:

—Ahora o nunca… ¿Nos cuentas algo de ti? Ni de Martin ni de Seb. De ti. —Abre los ojos como platos y suelta una carcajada.

—Ufff… A ver. A pesar de lo que parezco en las redes, soy un tipo serio, formal y respetable.

—JAJAJAJA

—¡Deja de reírte, joder! En serio. Soy un hombre cabal aunque no lo aparente en Facebook. Trabajo desde hace tiempo en el sector del metal, vivo en Vizcaya, me gusta el blues y el rock… No sé qué contarte. ¡Ays! Me has puesto nervioso. No se me ocurre nada. Lo siento.

—¡Suficiente! Muchas gracias por tu sinceridad. Para terminar… ¿Nos pones los enlaces a tu vida virtual? Blogs, Facebook, lo que tengas.

—Solo tengo Facebook, así que es sencillo.

https://www.facebook.com/martin.mccoy.3323

Choco los cinco con él y respiro tranquila.

—Gracias…

—¡De nada! ¿Pedimos la cuenta?

—Nop.

—¿No?

—Primero tienes que ver la segunda razón por la que te he traído a esta terraza.

—¡Cierto! ¿Y cuál es?

—Mira detrás de ti…

Vosotros también podéis mirar hacia allí.

—¡La luna!

—Y no una luna cualquiera. Una luna llena sobre los tejados de Madrid.

Todos sonreímos mientras el pequeño satélite va ocupando su posición en el cielo; detrás de mí, el sol se esconde, tiñendo de naranjas y malvas las nubes.

—Precioso… —dice Martin.

—Precioso —murmuráis alguno.

—Precioso —coincido yo, sonriendo a esa luna que tanto me embruja siempre. Desde que era pequeña y la saludaba en el jardín.




Os dejo aquí los enlaces a sus libros, no vaya a ser que os entre la ansión de leer a este gigante y no lo tengáis a mano...










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