Pues ni puta idea, la verdad, pero según un estudio de una de estas universidades prestigiosísimas —llámese Massachusetts, Cincinnati o San Serenín del Monte—, un año es el tiempo que necesitas para saber si eres compatible con tu pareja o no.
Menuda gilipollez, ¿verdad? Cienes y cienes de dólares, euros o libras esterlinas invertidos en llamar a las casas para preguntar al que te coge el teléfono qué tal le va su vida en pareja. Claro, como si el que cogiera el teléfono te fuera a decir la verdad, no te jo…
Ejemplo (que como bien sabéis yo soy muy de ejemplificar...)
El sujeto A está en su casa practicando el onanismo porque, pongamos por caso, no puede contar con su pareja para esto porque no puede, porque está trabajando…, o que simplemente no tiene y punto. El caso es que se está haciendo una paja.
Suena el teléfono en casa del sujeto A porque alguien ha tenido a bien destinar el dinero del erario público en hacer encuestas a la población mundial; lógicamente, al Sujeto A se le corta un poquito el rollo cuando contesta y alguien muy amable al otro lado del teléfono, le explica el motivo de su llamada.
El sujeto A, que lo único que quiere es terminar cuanto antes para volver al asunto que tenía entre manos, se inventa una respuesta rápida a todas las preguntas; sí, podría haber colgado o simplemente no haber cogido el teléfono, pero a este Sujeto A en concreto le parece de mala educación no contestar. El caso es que el sujeto A difícilmente será veraz.
El sujeto B, sin embargo está en casa sin nada que hacer, mirando la tele, leyendo un libro, cocinando…; está solo, se aburre y le apetece hablar. El sujeto B dará pelos y señales de su vida, la del vecino y si me apuras, la de todo el bloque.
Claro que quizá el sujeto B se exceda en adornar cualquier pregunta que le hagan.
Definitivamente, es difícil que las encuestas arrojen algo de luz sobre un tema tan subjetivo como la superación del primer año de convivencia; seguramente solo sirvan para que alguna revista especializada en el tema como Cosmopolitan o Cuore las incorporen en sus páginas centrales.
Yo, sinceramente, me dejaría de gilipolleces y utilizaría el sentido común.
Que irse a vivir juntos está genial. Estrenas la casa por todo lo alto; follas con tu pareja de pie, tumbado, en diagonal, boca arriba, boca abajo, en todas y cada una de las habitaciones de la casa, y en todas y cada una de las superficies también. Por la mañana, por la noche… Hasta ahí bien, pero no solo de fornicio vive el ser humano queridos amigos. Necesitamos comer, dormir, respirar, trabajar. En definitiva: necesitamos VIVIR en nuestra casa.
Por eso, yo, que llevo con mi pareja veinte añazos (ya casi veintiuno…) recomiendo lo siguiente:
- No idealices a tu pareja. Es tan humano como tú, tiene las mismas necesidades que tú y necesita su espacio... eso es, igual que tú.
- Si comes, cagas; creo que esto no necesita más explicación (este hecho se agrava si solo tenéis un baño).
- Tu pareja se tira pedos y eructa. Hay gente que se va a otra habitación, pero lo normal es que si estás con tu pareja y hay confianza acabes ahuecando culo en el sofá.
- Las camas, a pesar de ser de matrimonio, no son campos de fútbol. Quicir que si estás dormido y te mueves hay un ochenta por ciento de probabilidades de que molestes a tu pareja… y de que tu pareja te moleste a ti. (Aquí podríamos emplear las leyes de la física, pero soy de letras y ya no recuerdo lo del volumen y la masa al cuadrado). - Dice uno de esos estudios de los que hablábamos antes que los dos tercios de la población mundial ronca… dos tercios son muchos tercios, así que lo más probable es que uno de los dos en esa misma cama ronque. Que puede ser que no, pero ¿y si sí? Creo que es preferible llevarte una sorpresa a llevarte una decepción.
- No hay cuerpo que resista año tras año follando todos los días. Es imposible… y si te intentan convencer de lo contrario, o es mentira o tiene algún tipo de trastorno. La cantidad de veces que acabéis intimando es inversamente proporcional al tiempo que llevéis juntos. - Puede darse el caso de que no, pero lo normal es que tu pareja tenga familia. Padres, hermanos, cuñados…Hay que hacer vida social y esas cosas: tardes de visita a casas ajenas, tardes de visita a tu casa, opiniones de tus suegros o de tus padres que os avergonzarán públicamente. El cuñado listo que te dirá que realmente los cuadros se cuelgan con los enganches del Leroy Merlín que son lo más. La cuñada petarda que prefiere leche de soja en el café. La suegra que te mira levantando una ceja cuando ve —Oh, no— que os habéis dejado la caja de preservativos encima de la mesilla... En fin, los ejemplos son infinitos.
- A no ser que la pareja esté constituida por dos varones, una o las dos partes de esa pareja tiene el periodo —con todo lo que eso conlleva—, y lo mismo te busca pidiendo mimos que bronca. O las dos cosas. Ahí cada una es un mundo. Yo antes me ponía suuuuuper mimosa, pero desde que soy madre discuto hasta conmigo misma.... No entiendo como no han hecho unos pijamas en el Oysho que pongan: “Estoy menstruando, no me toques los cojones”.
Y así, podría llenar páginas y páginas hablando de todos lo problemas que te puedes encontrar en tu primer año de convivencia. El caso es que no puedes ir a vivir con tu pareja pensando en lo bonito que es el amor, que todo es maravilloso, que tu pareja es perfecta… porque no es el caso.
Tú no eres perfecto, nadie lo es, por lo que el verdadero truco del almendruco está en saber tolerar los defectos de tu pareja. Y si ves que no los toleras, no creas que el tiempo lo cura todo… ¡NO! Con el tiempo todos los defectos que veas en tu pareja, empeoran (los tuyos también).
Dicho esto, no te creas que pretendo desilusionarte, ¡al contrario! Solo pretendo arrojar un poco de luz a tanto estudio, datos, encuestas, etc; porque, no es que mientan, es que, simplemente, no dicen la verdad. ^_^
<3
Comments