Después de ser mamá ya nada es lo mismo.
Te levantas un día pensando... ¿y por qué coño me habré metido yo en este lío? ¡con lo a gusto que estaba yo con mi vida! ¡con la cantidad de casquetes que podría estar echando en cada rincón de la casa! ¡con la de cosas que podría estar viviendo ahora mismo!
Lo peor es que no lo dices, porque piensas automáticamente que todos van a pensar que eres una mala madre que no quiere a su hijo... No confundamos, por favor. Las mamás quieren a sus hijos sobre todas las cosas, y esto es así aquí y en Pernanbuco. Lo que no quita que tengamos el derecho universal a echar de menos ciertas cosas que antes podías hacer y ahora no.
A saber:
No puedes salir por ahí cuando te salga del higo. Por regla general no puedes levantarte un día y decirle a tu churri: ¿te hace un cine? Nop. Si te apetece ver una peli tendrás que esperar a ver quién puede quedarse con tu niño, cuadrar agendas de parientes cercanos o gastarte la pasta en buscar una canguro de confianza.
Tendrás que hacer una previsión de gastos cada mes (este punto solo es válido para pequefamilias de tipo medio, para los famosos mileuristas que hoy en día se han convertido en setecientoseuristas). Fuera compras de capricho, nada de pasar delante de las tiendas y decir ¡me lo llevo! No, primero hay que hacer un recuento rápido de la situación: ¿uniformes y libros del cole pagados? ¿la compra de la semana hecha? ¿las extraescolares al día? ¿letras pagadas de la hipoteca? Y cuando a todo le pones un OK, de repente la madre que habita en ti grita ¡NO! que el niño necesita unas zapatillas de estar por casa de invierno.
Olvídate de sentarte a tomarte un café tranquila (al menos si estás trabajando). Tendrás que ir corriendo a todas partes: corre que perdemos el bus; corre que nos cierran las puertas del cole; corre que llego tarde al trabajo; corre que no me da tiempo a comer; corre que llego tarde a por el niño... y así en permutaciones de dos elementos tomados de tres en tres...
La peluquera... esa gran desconocida a la que verás de Pascuas a Ramos... Literalmente
Pero lo peor del mundo mundial es que no podrás follar dónde, cuándo y cómo te plazca. Olvidate de llegar a casa y tu marido te empotre contra la pared si están tus hijos en casa. Nada de estar preparando la comida y de repente sentir la mano de tu chico haciendo maravillas por los bajos fondos. Se acabó ese momento de liberarte gritando a los cuatro vientos: ¡Sí, joder!
Yo, personalmente, esto es lo que hecho de menos. Por que ahora... ahora todo ha cambiado. Si tienes ganas de mambo y te cruzas por el pasillo de casa con tu pareja a las 08:00 AM, le lanzas LA mirada. Una mirada que todas sabemos cargada de intenciones pero que lamentablemente tendrá que aguantar hasta las 21:00 PM. Una mierda vamos... Os recreo situación modelo: Sujeto A se encuentra con Sujeto B en el baño de la casa que comparten, se miran, se sonríen, una mano toca una teta, la otra una polla que rápidamente se pone morcillona. Sujetito C grita: ¡Papá, ya estoy pespierto! Sujetos A y B ponen ojos en blanco y atienden a Sujetito C. A partir de ese momento es un quitate tú pa ponerme yo. A, B y C no caben todos en el baño, A, B y C tampoco caben en la cocina. A, B y C salen pitando de casa y se dirigen a sus respectivos destinos matutinos. Cuando A, B y C se reencuentran de nuevo, A y B se vuelven a mirar con la promesa de "como te pille te rompo", pero eso aún no va a pasar, porque el sujetito C corre como un rayo hacia la tele para ver un capítulo tripitido de Bob Esponja. Y aunque A y B, bien podrían meterse en algún lugar del piso comunal para calmar sus frustraciones, C les recuerda constantemente que está en casa: mamá pónete a verlo conmigo, papá ¿me das agua?, y así podríamos tirarnos poniendo ejemplos hasta la saciedad. El caso es que A y B no podrán follar bajo ningún concepto antes de que el sujetito C comience a roncar. Justo en ese momento en que A tapa a C para que no coja frío y sale con cuidado de la habitación, B espera, agazapado en el pasillo, a que se presente la oportunidad por fin. A y B se buscan, se enganchan como pueden intentando hacer el menor ruido posible y se lanzan a la cama porque es lo más cómodo, rápido y alejado de la habitación de C. Y entonces sucede, todo en tiempo récord, eso sí. Ambos se besan, A se la mama a B, B se lo come a A, A le pone el preservativo a B, B se muerde el labio, se coge la polla y se mete en A tal cual le pille. Ambos saben que tienen poco tiempo; ambos saben que no se pueden entretener; ambos son conscientes de que C puede despertarse y dejarles con un palmo de narices. Así que tras cambiar de postura un par de veces, A cabalga a B para correrse con celeridad y B termina corriéndose en las tetas de A por que toda precaución es poca. Ni A y B quieren de momento que un sujeto D interrumpa los pocos minutos de paz que quedan al día...
Terminado el ejemplo, puedo añadir que a pesar de tirarnos de los pelos, de tener momentos en los que quieres tirar todo por la borda, en los que la palabra rendición aparece por tu mente, nunca cambiaría la experiencia de ser mamá por un empotramiento, por muy bien que empotre el sujeto B.
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