Imaginaos por un momento que estáis paseando por el centro de Madrid. Camináis tranquilos, disfrutando del ambiente, del entorno, de las calles llenas de historia; digamos que habéis cruzado hacia la acera donde tiene su entrada el Banco de España y subís con paso firme hacia la Puerta del Sol.
Hace un día espectacular, ni frío ni calor. Los pajaritos cantan, los músicos callejeros despliegan su arte a cambio de unas monedas, la gente camina a tu lado, al mismo ritmo.
Si te fijas bien me podrás ver. Estoy sentada en la terraza del Círculo de Bellas Artes, con un libro delante: Senderos de Rock, hojeando sus páginas, esperando a un amigo. Mis hombros se mueven solos al compás de las notas de un joven violonchelista que está acomodado en la esquina. Ahí. En una de las mesas de fuera, estoy yo.
Escucho mi nombre y levanto la vista. Mi amigo se acerca y nos saludamos con camaradería; esta va a ser mi primera entrevista y quiero hacerlo bien; él lo sabe y eso facilita bastante las cosas.
Tras los intercambios de saludos, las puestas al día, pedir ambos cafés y reírnos del gato de la misma raza que Mortadelo que descansa en el regazo de una señora en una mesa cercana, le pongo sobre aviso.
—¿Listo Sebas?
Observo que asiente, toma aire y responde:
—¡Dispara!
—¿Quién es Sebastián?
— Es un tipo muy normal. Puedes cruzártelo cualquier día de la semana por muchas ciudades del centro de España cumpliendo con su jornada laboral. Suele ir despistado. En la mitad de sus treinta sin saber muy bien en qué momento despegó desde los dieciocho. Quizá le saludes y no te conteste porque adora ir enfrascado en esa historia que por algún motivo no quiere ver la luz con toda la urgencia que a él le gustaría. No, ahora en serio. No soy de esos autores que hablan en tercera persona sobre sí mismos. Tengo muy claro que cada minúsculo éxito que he cosechado se debe a una cadena de sacrificios que otros, muy importantes para mí, han permitido que hiciera. Por encima de todo soy un hombre con los pies en la tierra. Amante de una buena lectura, de un paseo en compañía, y de una cerveza cuando empieza a caer la luz del sol.
—Eso es muy importante, tener los pies en la tierra y saber de dónde vienes, pero, si te parece vamos a entrar en materia: ¿cuándo o cómo se presentó Zach en tu mente y te pidió que escribieras su historia?
—Fue en septiembre del año pasado. Zach no se presentó por sí solo, sino que lo hicieron todos los miembros de la banda al completo. Tras publicar a Mario me tomé un mes de descanso. Después fui a arrancar pero no encontré ningún tipo de historia que llamara mi atención lo suficiente como para dedicarle el esfuerzo que requiere escribir una novela. Un buen día, y digo bueno porque realmente lo fue, me despejé dando una vuelta en bicicleta. En el móvil llevaba una de esas aplicaciones de entrenador personal que te motivan cuando detectan que empiezas a subir una cuesta o que tu ritmo cardíaco decae por debajo de lo normal. La aplicación pinchó Sweet Child o’ Mine de Guns N’ Roses y yo supe que tenía que dar vida a la historia de una gran banda.
—¿Sabes que nunca he probado esas aplicaciones? Creo que a partir de hoy la voy a meter en el móvil... Una curiosidad personal que me asaltó mientras leía tu libro, ¿tocas la guitarra?
—De pequeño estuve yendo durante años a clases con una guitarra española colgada de la espalda que, literalmente, abultaba más que yo. Después vinieron los años locos de la adolescencia y la pérdida de las buenas costumbres… Ahora casi no recuerdo nada que tenga que ver con colocar una cuerda, afinarla, o con qué motivo mi profesor estrangulaba el mástil de mi guitarra con una cejilla. Pero puedo presumir de unos cuantos récords en mi cuenta del Guitar Hero en canciones que son realmente duras.
—Aquí otra viciada del Guitar Hero presente; ¡comprendo perfectamente que presumas de récords! Y una duda que me asaltó leyendo uno de los escenarios, y como autora me interesa saber, ¿a ti te resulta muy tediosa la documentación? Sin lugar a dudas es algo que me llamó muchísimo la atención. Esa cantidad de datos, sobre todos los lugares que visitamos de la mano de Zach, y lo bien introducidos que están en la historia es algo que no pasa desapercibido.
—Aquí corren a mi favor varios factores. Uno de ellos es que las nuevas tecnologías facilitan a los autores, ¡y de qué manera! el trasladarnos a cualquier lugar sin necesidad de movernos del sitio. He tirado mucho de las imágenes por satélite de Google Earth y de varias webs de agencias de viajes que ofrecían paquetes promocionales en el lago Kawishiwi que, para quien no lo sepa, es donde da comienzo y término esta historia. También tengo que agradecer que en casa tengo a alguien muy querido empleado en el mundo de la aviación, y gracias a esta persona, he tenido la oportunidad de viajar muchísimo. Esos dos factores complementan buena parte del marco geográfico de la novela, lo demás ha salido de mi imaginación.
—¡Cómo te entiendo! Mis amigas y yo muchas veces en plan de coña decimos que vamos a rezar a San Google que nunca falla. Pero siguiendo con el tema de la documentación ¿Cómo lo has hecho con la música? ¿Cómo has seleccionado los títulos de las canciones que aparecen en esta historia?
—Cualquiera que haya leído una de mis novelas, habrá apreciado que soy un gran amante de la música. Tengo cientos de listas de reproducción que escucho a diario; bien para escribir, conducir, hacer deporte o llevando a cabo algo tan simple como el simple hecho de existir. Cuando llegó el momento de enfrentarme a nombrar los capítulos, estos ya estaban escritos. Solo tuve que buscar una similitud entre el argumento y el título y rezar para que sonara bien. Otra canción, valga la redundancia, sonó con los hits que nombra el protagonista sobre todo durante su etapa de aprendizaje. Algunas de ellas simplemente sonaron en el momento adecuado y me pareció bien incorporarlas allí. Otras, como en el caso de Me and Mrs Jones, tuvieron tanto peso que construyeron su propia escena. Triste escena, por cierto… Pero inevitable para el devenir de los hechos.
—Es verdad, en Mario, despierta también haces gran despliegue musical. Y hablando de todo esto, sé que es muy difícil pero… ¿Zach o Mario?
—¡Y tan difícil! Es el tipo de pregunta con el que un autor nunca quiere cruzarse, pero intentaré dar una respuesta justa para ambos personajes. Vengo de una familia de tres hermanos y hasta que no nació mi segundo hijo, no comprendí aquello que tanto repetían mis padres: “Todos sois iguales” “Os hemos dado las mismas oportunidades” y ese tipo de cosas que no llegas a creerte hasta que te ves en la tesitura de tener que ponerlas en práctica. Un personaje es un poco como un hijo al que alimentas con lo mejor que hay en ti. Después le sueltas y le deseas grandes éxitos. Quieres que llegue a mucha gente y que sea capaz de emocionar a las personas con su personalidad e historia. Tanto a Mario como a Zach les di lo mejor de mí en su momento y deseo que ambos cumplan el cometido por el que llegaron a ver la luz. Vale… antes de replicarme porque no me he expresado con claridad, te diré: Mario es un poco como yo era hace tiempo, y Zach es el hombre en el que un día me gustaría poder decir que me convertí. Alguien que tuvo un sueño y no paró de luchar hasta alcanzarlo.
—Me ha encantado, Sebas. Y es verdad, yo creo que casi todos los que escribimos de alguna manera volcamos nuestras personalidades o vivencias en los personajes que aparecen en nuestras historias. Por cierto, ¿eres de los autores que avisan eso de: todo lo que digas podrá ser utilizado en mis obras?
—Pero…¿Alguno llega a avisar de ello? Vale, si lo que realmente me estás preguntando es si utilizo hechos autobiográficos en mis novelas, la respuesta es sí. En Senderos he bebido menos de ese manantial porque el argumento no daba demasiado pie a ello. Pero en Mario, estoy seguro de que algún amigo llegado desde el pasado a través de la máquina del tiempo que son las redes sociales, sentirá ligeros episodios de déjà vu en algún que otro capítulo. Y sí, ahora mismo dejo constancia; puede que algún día haga pasar a cualquiera de mis personajes por momentos tan divertidos como los de esta entrevista.
—¡Pues me encantará leerlo! Una pregunta que llevo tiempo queriendo preguntarte, desde que te conozco casi, y es que sé que has escrito bastantes relatos de terror, ¿pero en qué género literario te sientes más cómodo?
—La verdad que he escrito de todo a lo largo de este tiempo y si nos remontamos hasta mis años de instituto, puedo rescatar hasta alguna poesía quinceañera (las hay que se dejan leer). No me encuentro incómodo en ningún género porque soy un autor al que le gusta contar historias. Si encuentro una trama que me enganche lo suficiente yo mismo la voy pincelando hasta encajarla en un género u otro. Pero no soy de esos autores que se sientan frente al teclado y dicen: “vamos a hacer una comedia romántica”, aunque al final termine escribiéndola.
—Pues está genial eso de no querer encasillarte; yo soy de las que opinan que hay que diversificar. Cambio radical de tema, pero si no te lo pregunto reviento: al terminar la lectura me he quedado con ganas de saber el otro punto de vista, el del vocalista del grupo. ¿Se te ha pasado por la cabeza hacer una segunda parte?
—No había reparado en ello hasta que algunos lectores han destapado esa posibilidad. En su momento escogí el punto de vista de Zachary porque como bien dice él al principio, “el más maldito dentro de una banda, es siempre el guitarrista”. Por cada diez cantantes famosos que terminan por convertirse en leyenda solo lo consiguen uno o dos guitarristas. Esto me parece tremendamente injusto ya que en muchos casos son el alma mater de la banda, la aceleración del motor de cada canción, y el lubricante que introduce y acompaña la voz. Para escribir una segunda parte primero tengo que encontrarme con una petición clara por parte de los lectores. Después tendría que hablar con Eli Nastroianni, el vocalista, y asegurarme de que tiene algo importante que contar. La verdad es que su personalidad es muy excéntrica y se sabe que vivió una buena tanda de años locos… Puede que diese para algo más que una bilogía.
—Pues allá va mi petición clara como lectora: ¡quiero segunda parte! Pero dado que primero tienes que hablar con el gran Eli y eso es harto complicado... ¿podrías adelantarnos algo sobre tu próximo trabajo?
—Sí. Ahora mismo estoy volcado en dos proyectos que espero vean la luz en un plazo máximo de cinco meses. Uno de ellos es Crónica de un resucitado; un thriller paranormal con tintes de varios géneros, en el que vamos a seguir la pista de la mano de un inspector de policía y una prestigiosa médico forense, a un cadáver que después de 120 años se alza de entre los muertos. No sabe quién es, ni qué hace aquí, pero parece que unos hechos del pasado acontecidos por una antigua estirpe de brujas, tienen mucho que ver con él y con una sucesión de insólitos cambios en el mundo. El otro proyecto es un capricho que tengo desde hace tiempo y que la insistencia de los lectores es lo que me ha llevado a querer darle forma. Se titula 2000 palabras oscuras y es una recopilación de mis mejores relatos de terror. Reescritos, mejorados y con gran variedad de temática y estilo. Algunos de ellos han sido galardonados en concursos de género por lo que te puedo asegurar que este libro va a dar mucho miedo.
—Y a mí al final me vas a hacer leer esos relatos... intentaré hacerlo en el sofá con alguien al lado y con la luz encendida, que yo enseguida me dejo llevar por la historia y me siento protagonista de ella. Por último Sebas, que se nos enfría el café y no es plan, ¿dónde te podemos encontrar? ¿Tienes Twitter, Instagram, blog, cuenta de Face… todo? ¿Nos lo pones?
—¡Estoy en casi todos los sitios importantes donde hay que estar! Salvo en un blog. Tengo algún que otro proyecto en este aspecto pero no está desarrollado del todo. No me mires así; no creo que me demore más de un par de meses en tenerlo listo. Además, cualquiera que siga mi Facebook va a encontrar más material nuevo cada día que en la mayor parte de blogs que circulan por la red.
Twitter: @PerezLunaSebas
Instagram: Sebastianeluna
En cualquiera de estos sitios podemos interactuar con facilidad. Contesto a todo el mundo así que ya no tenéis excusa para lanzaros a conocerme un poquito más. Y en esto siempre insisto, si lo que realmente quieres es encontrarme de aquella manera que solo surge entre dos personas al abrigo de la intimidad, prepara café o té, sitúate bajo la luz de un flexo, y adéntrate en cualquiera de mis libros.
—Y yo doy fe de que desprendes muy buen rollo.
Y a vosotros, a esos que os habéis quedado fuera de esta terraza observando como Sebas se tomaba un café con Dulce, os digo: si os apetece leer Senderos de Rock pinchad en el título. Si preferís empezar con su primera obra Mario, despierta pinchad también en el título.
La música del violonchelo suena con más fuerza después de la entrevista, y el gato que se parece sospechosamente a Mortadelo mira con aire faraónico a mi compañero de mesa, como dándole el visto bueno a todo lo que me ha contado frente a esta taza de café.
Sois libres ahora de imaginad hacia donde irán vuestros siguientes pasos, yo me despido hasta la próxima y me quedo un poquito más con mi amigo, que me he quedado con ganas de saber cual era su canción favorita en el Guitar Hero...
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